miércoles, 7 de noviembre de 2007

Poder de mercado

Existen muchas medidas, a cual más sofisticada, para medir hasta qué punto un mercado es competitivo o está dominado por unas pocas empresas que se pueden permitir el lujo de exprimir a sus clientes.

A veces, sin embargo, basta con mirar a la fotografía para saber si alguien se está quedando con nuestro dinero. El siguiente gráfico, tomado de un artículo de El País, resume los resultados de un estudio de la OCDE sobre acceso a Internet. Teniendo en cuenta que la tecnología —esto es, los costes— debe ser más o menos la misma en todos los paises, huelgan más comentarios.


Los interesados en los detalles pueden consultar el portal de banda ancha de la OCDE.

lunes, 29 de octubre de 2007

Reformas fiscales toscas

En el Reino Unido Gordon Brown ha propuesto unificar los tipos de gravamen a diversas ganancias de capital que hasta ahora recibían un trato fiscal diferente. ¿El motivo? En algunas circunstancias se beneficiaban del tipo reducido, apenas el 10 por ciento, rentas del capital que el público percibía que debían ser gravadas con el habitual 40 por ciento.

Con su agudeza habitual, Ms Moneypenny explica muy claro qué prejuicios han motivado la reforma —los fondos de inversión no gozan de mucha popularidad últimamente— y por qué ésta, en la práctica, supondrá reducir a la mitad los impuestos a las rentas de los especuladores y doblar los impuestos a los emprendedores que un día crean un negocio y otro día deciden venderlo. Mala política.

jueves, 25 de octubre de 2007

Competencia e importaciones chinas

Cuando quiero comprar tomates los consigo a un precio razonable porque a pocos metros hay otro puesto donde venden los mismos tomates y a un menor precio si hace falta. Si mi verdulero intenta tomarme el pelo, me voy a la competencia. Para un economista competir tiene poco que ver con sudar o con esfuerzos titánicos sino con vendedores que intentan ganarme como cliente.

A los economistas nos gusta la competencia porque en última instancia son los consumidores los que se benefician de unos precios razonables.

Es con ese argumento que la Unión Europea defendió en 1995 la apertura de nuestro mercado a las importaciones textiles chinas —a pesar del daño que causaría a la industria local. Unas importaciones baratas tendrían que haberse traducido ropa más barata. Pero no parece que esto sea lo que está ocurriendo, informa El País. En el Reino Unido, con una economía mucho más abierta, las importaciones parecen explicar una caida considerable en los precios minoristas de ropa. En otros paises europeos, sin embargo, hay algo no está funcionando.


Tenemos algunas pistas sobre quién se está quedando con ese margen pero la pregunta del millón es: ¿cómo lo están consiguiendo? Las autoridades de defensa de la competencia deberían tener algo más que urgencia por responder a esta pregunta.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Falta de madurez

El poco valor que tiene una licenciatura en España tiene mucho que ver con lo que los estudiantes no aprenden en nuestras universidades. Hemos convertido nuestras licenciaturas en una simple carrera de obstáculos (exámenes) en la que cuenta más no derribar la valla que aprender algo del mundo que en el que vivimos. Peor aún: si se aprende algo, aunque sólo sea un poco, no se aprende a aplicarlo.

Así, no sorprenderá a nadie que los empleadores se quejen de la “carencia de habilidades sociales, escasa adaptabilidad, falta de madurez y el eterno talón de Aquiles de los idiomas”.

Sin ninguna duda, la universidad es en gran medida responsable de este fracaso. Si hiciéramos una lista de los motivos, no acabaríamos en dos días pero podemos resaltar la escasa innovación pedagógica y el nulo control de calidad de la docencia.

¿Ideas para una reforma? Podríamos empezar por dejar de ser el país de Europa que menos gasta en educación superior por estudiante. El siguiente gráfico, tomado del Bruegel Policy Brief 2007/4, habla por sí solo.


Las universidades españolas no funcionan como debieran. Ahora bien, desde la perspectiva del estudiante la actitud a adoptar no es la del fatalismo: Examina bien de qué se quejan los que te contratarán algún día y reacciona.

P.D.: Notaremos que a pesar del escaso gasto por estudiante, 5.200 euros al año, no es poco en términos absolutos: 864.000 de las antiguas pesetas. Esto debería dar que pensar a los que contribuyen a que licenciaturas de 4 años se acaben en una media de 7,5 años.

lunes, 22 de octubre de 2007

Martini

No soy muy amigo de las citas pero a veces se encuentra uno con las palabras justas para describir, tal cual, lo que uno piensa y no puede expresar por limitaciones técnicas. Lo que Enric González piensa del martini me parece tan apropiado que no he resistido la tentación de adoptarlo como lema oficial de este cuaderno de bitácora.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Chimpancés racionales

Un divertido artículo reciente (1) llega a la conclusión de que los chimpancés, al contrario que los humanos, son económicamente racionales.

Varias críticas comunes a la economía moderna se ceban en la hipótesis de racionalidad. Ésta, sin embargo, apenas establece que, ante dos alternativas, un agente económico elegirá la que prefiera de ambas. Parece muy razonable pero, entonces, ¿de dónde salen esas críticas furibundas? Creo que de malentendidos, y hay dos que son muy comunes.

El primer error consiste en confundir racionalidad con egoísmo, pero no hay nada en la descripción de más arriba que indique que el agente sea egoísta. Las revistas de economía están llenas de artículos que estudian cómo padres altruistas pagan los estudios a sus hijos; en la medida en que los padres aman a sus hijos, es perfectamente racional que gasten dinero en su educación.

El segundo error, menos trivial, es el que extiende al comportamiento económico paradojas del comportamiento humano que poco tienen que ver con nuestra dimensión de homo œconomicus.

En el juego del ultimátum dos individuos tienen que repartirse 100 euros. El individuo A propone un reparto al individuo B y éste, a su vez, decide si lo acepta o no. Si lo acepta, se ejecuta el reparto propuesto; si lo rechaza, ambos reciben cero. En experimentos se ha probado que B tiende a rechazar repartos que percibe como desiguales: cuando A le propone menos de 20 euros, B suele rechazar el reparto —perdiéndolo todo— antes que aceptar un reparto que considera injusto.

Esto se interpreta como una irracionalidad porque B prefiere cero a 20 euros. Los chimpancés, por el contrario, enfrentados a un juego parecido con comida, parecen ser racionales porque aceptan repartos muy desiguales: si el mono A se queda con 99 caramelos y ofrece sólo uno a B, éste aceptará porque algo es algo.

El artículo es interesante en la medida en que destaca una característica humana que no parece encontrarse en los simios que más se parecen a nosotros. En realidad, que los monos sean racionales es bastante razonable; la trampa está en concluir que los humanos no lo somos cuando tomamos decisiones económicas. El error reside en la interpretación de unos experimentos que se realizan con cantidades insignificantes, mientras que nuestras teorías están concebidas para analizar decisiones de un cierto calibre: como si nos gastamos 2.500 ó 250.000 euros en la matrícula del colegio de la niña.

El lector puede imaginar este escenario: tenemos 100 millones de euros y yo le propongo un reparto extremadamente desigual: me quedo con 99 millones y ofrezco al lector un millón.

¿Lo rechazaría?

Mi impresión es que, cuando se trata de la pela, tenemos cierta tendencia a comportarnos como orangutanes; no me parece tan raro, y menos aún moralmente escandaloso.

(1) Keith Jensen, Josep Call and Michael Tomasello (2007) “Chimpanzees Are Rational Maximizers in an Ultimatum Game,” Science, 318(5847), 107-109 [en línea].

martes, 16 de octubre de 2007

Repartiendo tartas

“El que parte y reparte, se lleva la mejor parte”, eso dice el dicho popular, y tiene bastante sentido: si tienes una tarta y dos comensales y a uno de ellos lo encargas de repartirla, se la comerá toda.


¿Cómo se podría mejorar el reparto sin que tenga que intervenir un árbitro o sin tener que recurrir a costosos sistemas de medición de trozos de tarta?

Se pueden cambiar las reglas del juego.

Si queremos un reparto equitativo, podemos establecer que uno de los comensales parta la tarta y el otro elija. El que parte la tarta se cuidará mucho de que uno de los trozos no sea mucho más grande que el otro porque sabe que el otro comensal se quedará con el trozo más grande.

El ejemplo de la tarta puede parecer ingenuo pero las aplicaciones serias de este tipo de juegos abundan. A las reglas del juego, en la jerga económica, se les llama mecanismo, y a la tarea de imaginar mecanismos en distintos escenarios y para alcanzar distintos objetivos se le llama diseño de mecanismos. A eso han dedicado su carrera académica Hurwicz, Maskin y Myerson, los tres economistas a los que se acaba de conceder el premio Nobel, según informa El País y comentan dos profesores de ESADE.

Más sobre drogas y economía

En este blog hemos dedicado una entrada a aplicar principios de teoría económica de andar por casa al análisis del mercado de las drogas. Ahora un informe de la policía británica llega, básicamente, a la misma conclusión: que la ilegalización de las drogas es un fracaso.

lunes, 15 de octubre de 2007

¿Para qué sirve la economía?

La pregunta de para qué sirve la economía siempre me recuerda a Kalikatres:

—Maestro, maestro, ¿cuál es la diferencia entre ignorancia e indiferencia?—a lo que responde el sapientísimo maestro:

—Ni lo sé ni me importa.

A veces intento imaginar a un entomólogo sufriendo interminables noches de insomnio tratando de averiguar cuál es la utilidad de estudiar insectos. Suena tonto, y sin embargo hay muchos economistas que lo hacen todo el tiempo; es una especie de masoquismo específico a la profesión que me fascina.

El conocimiento se justifica a sí mismo y, en lo que a mi concierne, hago economía porque me divierte, no porque alguien haya decidido, de acuerdo a no se sabe qué criterio, que lo que hago es útil para alguien de una manera directa.

Una vez dicho esto, aclararé que la contribución de la economía a nuestra sociedad, como la de cualquier otra rama del saber, es tan evidente que no veo por qué habríamos de perder mucho el tiempo explicándola.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Acoso moral

El acoso moral es una estrategia que tiene por objeto anular psicológicamente a la víctima. En el puesto de trabajo los métodos van desde hacer el vacío a un colega hasta las agresiones verbales pasando por “hacerle la cama” al jefe o despreciar sistemáticamente al subordinado. Este tipo de abusos pueden ir desde un acoso menor hasta la creación de una auténtica atmósfera de terror. Las consecuencias, a largo plazo, pueden ser devastadoras, tanto psicológica como fisiológicamente (1).

Hasta ahora se sabía poco del alcance del acoso moral en el lugar de trabajo en España. Un grupo de economistas se ha lanzado por primera vez a examinar cuál es el impacto del acoso moral en la salud aprovechando una encuesta reciente sobre condiciones de trabajo (2).

En base a los datos disponibles, las autoras del estudio sitúan entre el 3 y el 5 por ciento el porcentaje de trabajadores víctimas de acoso moral en el puesto de trabajo.

Además muestran que el acoso tiene un impacto significativo en la salud. El siguiente gráfico examina la incidencia de una serie de patologías comunes en el grupo de individuos identificados como víctimas de acoso moral (azul) comparado al grupo de individuos que no sufren estos abusos (granate). A modo de ejemplo, poco más del 12 por ciento de los trabajadores padece problemas relacionados con el sueño mientras que hasta un 30 por ciento de las víctimas de acoso declaran padecer problemas de este tipo. En total, mientras que el 60 por ciento de los que no padecen acoso declaran no verse afectado por ninguna de estas patologías, apenas el 28 por ciento de las víctimas realizan esta misma declaración.


El impacto del acoso en la salud también se refleja en el número de visitas al médico en el último año. Sólo 13 por ciento de los trabajadores que no se ven afectados han ido al médico más de tres veces el último año, porcentaje que en el caso de las víctimas llega al 35 por ciento.


Estos datos sugieren que el acoso moral provoca un sufrimiento psicológico tan profundo que acaba degenerando en un pobre estado general de salud, y no parece que sean pocas las víctimas de estos abusos.

(1) Marie-France Hirigoyen, Le harcèlement moral. La violence perverse au quotidien, France Loisirs, 1999. Traducido como: El acoso moral: el maltrato psicológico en la vida cotidiana, Paidós, 1999.

(2) M. Ángeles Carnero, Blanca Martínez y Rocío Sánchez-Mangas, "Mobbing and Health: An empirical analysis for Spain,” trabajo en progreso.

martes, 9 de octubre de 2007

Chistes de rubias tontas

¿Tienen alguna base los chistes de rubias tontas? Algunos piensan que sí.

domingo, 7 de octubre de 2007

¿Salarios machistas?

La estadística no es el punto fuerte de El País —y para el caso, de casi todos nuestros periódicos— lo que produce con frecuencia titulares absurdos que el sentido común de los lectores rechaza.

El diario informa hoy que los salarios son machistas porque las mujeres cobran en promedio 5.817 euros menos al año que los hombres. El dato es tan rotundo que despierta el escepticismo de los lectores y es que, efectivamente, esa diferencia no se puede achacar a la discriminación, o al menos no es lo que se deduce de ese dato tomado a pelo.

El titular sería cierto si ellas tuviesen las mismas características que ellos —en cuyo caso podríamos asumir que realizan trabajos similares. Pero no es el caso. El nivel medio de estudios o de experiencia de hombres y mujeres es distinto de modo que uno no puede esperar que los salarios sean iguales. Cualquier estudiante de estadística sabe que para comparar salarios de hombres y mujeres hay que “controlar” por nivel de estudios, edad, años de experiencia, sector de actividad, y otras muchas características del trabajador que influyen en el salario, y que no se encuentran con la misma frecuencia en trabajadoras y trabajadores.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Renta Universal

La Renta Universal ha llegado por primera vez al parlamento. Pese a las reacciones —un poco exageradas; algún diputado ha llegado a hablar de “propuesta diabólica”—, no es una idea tan tonta (algunas respuestas aquí).

El objetivo de la Renta Universal es erradicar la pobreza pagando un subsidio incondicional a todos los ciudadanos mayores de edad por el mero hecho de serlo; un subsidio calculado para que cubra las necesidades más básicas del ciudadano como vivienda y comida. Una de las defensas más elocuentes de la Renta Universal es la de Philippe Van Parijs en un librito (1) del Boston Review que aparece resumido aquí.

Yo soy un poco escéptico; tengo la impresión de que sus defensores se dejan llevar por la pasión más que por el análisis y tienden a subestimar los efectos negativos de esta política.

La oferta de trabajo—Sabemos, por ejemplo, que una vez tomada la decisión de trabajar, el número de horas que trabajamos no depende mucho del salario mientras que sí depende de las rentas no laborales que recibamos. Pensar que una Renta Básica no va a afectar sensiblemente a la oferta de trabajo parece más bien wishful thinking. Reducirá el número de horas que la gente trabaja y llevará a muchos a no trabajar en absoluto. ¿A cuántos? Esa es la pregunta del millón y donde está el peligro de esta propuesta.

Inmigración—Un tema que se soslaya con frecuencia es la cuestión de la inmigración. Nunca he creido en el “efecto llamada” de las regularizaciones pero conceder una Renta Básica sólo en base a la ciudadanía formará colas de decenas de miles en nuestros consulados. Se podría limitar el acceso en base al número de años de residencia o cualquier otro criterio similar pero sólo conseguiríamos crear una sociedad dual donde unos están superprotegidos y otros se buscan la vida como siempre.

¿Cuál es el objetivo?—Finalmente, los defensores de la Renta Básica, al menos implícitamente, confunden felicidad con dignidad. El estado no puede hacer felices a los ciudadanos. Los psicólogos nos explican cómo las personas absorben y acaban por asumir como normales regalos como el que representa la Renta Básica. Si el objetivo es asegurar una existencia digna a los ciudadanos, que es otra cosa y muy distinta, se puede perseguir por medios más tradicionales como los seguros de salud públicos, un sistema de pensiones decente, etc.

Así y todo, la idea es provocativa y vale la pena reflexionar sobre ella. Los que tengan curiosidad, pueden echar un vistazo a la página www.redrentabasica.org o al libro de Van Parijs.

(1) Philippe Van Parijs, What's Wrong with a Free Lunch?, Beacon Press, 2005.

lunes, 24 de septiembre de 2007

¿Capitalismo a la americana?

Los ciudadanos europeos tienen dudas sobre el futuro de nuestra economía en un mundo cada vez más globalizado pero tianen algo muy claro: no quieren el sistema americano. Otro dato curioso que se desprende de esta encuesta del FT es que los sindicatos cuentan con mucha más apreciación en paises como España que en Francia o Italia; quizás una recompensa a una actuación muy responsable de nuestros sindicatos en los últimos años.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Licenciaturas devaluadas

Parece que hoy en España una licenciatura no vale mucho; lo dice la última entrega de Education at a Glance 2007.

La cosa no es nueva. En España el skill premium —prima por educación: la diferencia salarial media entre los asalariados con y sin estudios superiores— se contrajo un 40 por ciento entre 1997 y 2004, situándose en un nivel especialmente bajo, mientras que crecía en el resto del mundo desarrollado; los detalles, por ejemplo, en Saber es poder... ¿adquisitivo?, Informe Mensual, no. 301, La Caixa, de donde sale el siguiente histograma:


No es sólo que la prima por educación sea pequeña, es que además es cada vez menor:


Las conclusiones del informe de la OCDE las resume la prensa pero quedan algunos interrogantes abiertos, sobre todo en lo que se refiere a las causas. El lector interesado encontrará algunas respuestas en una original y breve pieza de investigación de Bruegel (Policy Brief 2007/4).

domingo, 16 de septiembre de 2007

La independencia del BCE

Nicolas Sarkozy es ubicuo, y no contento con atribuirse directamente las funciones de su ejecutivo —a pasado por encima de sus propios ministros más de una vez—, ahora pretende hacerse con la función de gobernador del Banco Central Europeo, según informa la prensa.

Los bancos centrales tienen un poder inmenso cuando hacen las cosas mal, y muy poco poder cuando las hacen bien. Nada pone más los pelos de punta que ver la política monetaria otra vez en manos de políticos con intereses de cortísimo plazo. Ya hemos hablado de esto en alguna otra entrada, y los ejemplos, desgraciadamente, no se limitán a Irán o Zimbabue; hay muchos.

Alan Blinder, en sus Lionel Robbins Lectures (1), explica muy bien los motivos que tenemos para conceder y proteger la independencia del banco central.

(1) Alan S. Blinder, Central Banking in Theory and Practice, MIT Press, 1998. Traducido como: El banco central: teoría y práctica, Antoni Bosch, 1999.

Actualización 24/09 - Trichet no ha tardado en discutir las pretensiones de Sarkozy.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Pánico bancario

Para los que se pregunten qué es un pánico bancario.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Derechos de autor

Parece obvio que los derechos de autor deben protegerse, y sin embargo el sistema actual permite llegar a extremos aberrantes.

Actualización 10/01/2008 - Otro ejemplo del absurdo al que estamos llegando.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Escapar a Malthus

Hoy El Pais habla del libro de Gregory Clark (1) sobre la revolución industrial. Al margen de que uno esté o no de acuerdo con la tesis principal del libro, tiene una pinta interesante.

El artículo es una traducción de otro artículo publicado en el New York Times. El Financial Times también publicó una reseña hace unos días.

(1) Gregory Clark, A Farewell to Alms, Princeton University Press, 2007.

lunes, 10 de septiembre de 2007

La crisis veraniega del crédito

La familia A pide una hipoteca a la casa de préstamos B que a su vez vende esta deuda al fondo de inversión C que por su parte está participado por el banco D.

El resultado final es que es el banco quien ha realmente prestado dinero a la familia de modo que si ésta no paga, es el banco el que pierde. Si esto lo complicamos un poco más, con varias formas de transferir esa deuda a los bancos —a cada cual más sofisticada— nos encontramos con que los bancos acaban por no saber demasiado bien cuánto riesgo están asumiendo, y los demás sabemos aún menos qué bancos están expuestos a ese riesgo y hasta qué punto.

Si por cualquier motivo las familias dejan de pagar, nadie querrá prestar a unos bancos que no sabemos cuántos problemas tienen ni si nos devolverán el dinero.

A partir de principios de agosto ni siquiera los los bancos mismos se prestaban entre ellos; el mercado interbancario —de donde los bancos obtienen financiación a corto plazo para operar— amenazaba con colapsar. Es en ese momento que el ECB decide empezar a prestar dinero a los bancos con carácter extraordinario —las famosas “inyecciones de liquidez” no son más que eso: préstamos del banco central a los bancos comerciales. De momento parece que el ECB ha conseguido desactivar una crisis que podría haber sido de categoría.

Hay más detalles, pero ésa es, básicamente, la historia detrás de la crisis de crédito que empezó en agosto y que aún no sabemos cuándo terminará. Se trata, pues, de una crisis bancaria clásica que ha sido posible porque los bancos invertían en hipotecas basura de manera de manera indirecta lo que les permitía esquivar los controles de riesgo a que las autoridades monetarias someten normalmente a los bancos comerciales.

Por ahí se pueden encontrar algunas explicaciones como la de Wikipedia, que no está mal, aunque personalmente prefiero a Martin Wolf y su colección de preguntas y respuestas sobre la crisis.

viernes, 7 de septiembre de 2007

El arte de la política económica

Del dicho al hecho hay un trecho, y parece que en política económica es especialmente cierto. El centro de estudios Bruegel acaba de publicar un ensayo titulado 10 lecciones sobre la consolidación presupuestaria en el que esperaba encontrar reflexiones sobre el diseño y el impacto de una reducción del déficit público en la economía.

Sin embargo, Jens Henriksson —que cuenta su experiencia en la reducción del déficit en Suecia en los años de 1990— dedica la totalidad del ensayo a cómo administrar (al electorado) una medicina por definición desagradable (menos gastos y más impuestos).

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Experimentos

Mahmud Ahmadineyad, el populista presidente iraní, acaba de decretar una bajada de los tipos de interés, desde el 17 hasta el 13 por ciento, para que el pueblo tenga acceso a créditos baratos; el tipo de interés oficioso, sin embargo, se estima que no baja del 20 por ciento.

Al 13 por ciento, sin embargo, habrá mucha más gente con ganas de pedir prestado que gente dispuesta a prestar. El poco crédito disponible se adjudicará en base a criterios espúreos, como tener un cuñado en el banco. Los menos conectados, que se quedarán fueran del sorteo, tendrán que acudir a préstamos informales pagando el 20 por ciento o más de interés.

Existe otra posibilidad, aún más terrorífica: que el gobierno decida dar a los bancos el dinero necesario para cubrir la demanda de crédito. Pero si lo hace imprimiendo billetes, una rebaja de 4 puntos del tipo de interés es equivalente a una expansión monetaria aberrante que, simplemente, disparará la inflación. Claro que el gobierno podría recaudar impuestos en lugar de imprimir billetes, pero es dudoso que un gobierno populista como éste se anime a subir los impuestos cuando ni siquiera ha sido capaz de reducir las subvenciones a la gasolina.

El de Irán no es un caso único, ni siquiera el peor: La gestión económica de Mugabe en Zimbabue está destruyendo el país; la última medida delirante de su gobierno consiste en controlar la inflación por decreto: prohibiendo las subidas de precios e incluso imponiendo por ley reducciones de hasta 50 por ciento a los minoristas. Al mismo tiempo, y en lugar de combatir la inflación conteniendo la cantidad de dinero en circulación, el gobierno paga sus deudas, básicamente, imprimiendo billetes.

Los efectos de esta política los puede predecir hasta un niño.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Incentivos

La palabra “incentivo” es una de las que más irritan a los alérgicos a la economía, y sin embargo es una palabra clave.

Cuenta el New York Times en un artículo reciente que un estudiante de doctorado ha corroborado lo que todos sospechábamos: que cuando las cuentas no cuadran en el ayuntamiento, la policía local sale a poner multas a destajo. Otro detalle: A los forasteros les cae la multa con más frecuencia que a los locales.

¿Os suena de algo?



Nota: Leído en mi blog favorito.

Hipotecas y riesgo

Si sale cara, ganas; si sale cruz, pierdes. Siempre tienes la opción de no participar, pero lo que no vale es jugársela y después quejarte si pierdes.

Con las hipotecas es lo mismo. Los bancos y cajas de ahorro ofrecen dos opciones a sus clientes: o bien se devuelve el crédito pagando unas cuotas calculadas en base a un tipo de interés fijo o bien pagando un interés variable que depende de la evolución del precio del dinero, normalmente tomando el Euribor como referencia.

Con el interés fijo el banco gana cuando el Euribor es bajo y pierde cuando es alto. Como el banco asume ese riesgo, el tipo fijo es un poco más caro, en media, que el tipo variable: pagas al banco una prima de riesgo. Con el tipo variable te ahorras la prima de riesgo y ganas cuando el Euribor es bajo pero pierdes cuando es alto. Elegir una opción u otra depende del gusto por el riesgo de cada cual.

Estos días estamos leyendo en los periódicos titulares como Atrapados por el Euribor con historias de familias con problemas a causa de la subida de los tipos de interés. Pero no deja de sorprender la tendencia general a buscar culpables en bancos y cajas de ahorro, el gobierno o incluso el Banco Central Europeo.

El siguiente gráfico tiene la clave:


En los últimos años muchas familias contrataron hipotecas a tipo variable porque los intereses habían bajado hasta el 2 por ciento, un mínimo histórico. Sin embargo, y a juzgar por lo que leemos en la prensa, algunas hicieron gala de una miopía considerable: pidieron créditos a tipo variable cuyas cuotas, aún con los tipos tan bajos, resultaban una carga notable para sus economías; en cuanto los tipos recuperaron niveles históricamente normales, las cuotas se hicieron insoportables.

La culpa, si es que hay tal cosa, no es de otro que de quien pide un crédito sin molestarse en hacer dos cuentas, en informarse sobre qué está firmando exactamente, o en echar un vistazo al gráfico de más arriba.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Remesas

Esta semana el Financial Times ha publicado una serie sobre las remesas, las partidas de dinero que los emigrantes envían de vuelta a casa. Los artículos son fascinantes e incluyen historias de sacrificio pero también de solidaridad, con la familia y con la comunidad.

Menos fascinante, empero, es el impacto que se espera de esas remesas en el largo plazo. Aunque las remesas ayudan a esas familias y comunidades en lo inmediato, no parece que contribuyan a cambiar sus perspectivas de desarrollo.

Una lección importante de la que deberían tomar nota los partidarios de la ayuda al desarrollo.

viernes, 31 de agosto de 2007

Supersarko

Cuentan que Girón, el ministro más populista de Franco, decretó en 1956 una subida salarial del 20 por ciento en abril y del 80 por ciento en septiembre, “sin que esto repercuta necesariamente en los precios”. La subida de septiembre nunca llegó a ocurrir porque la de abril, como era de esperar, disparó la inflación y el ministro fue cesado fulminantemente. Al rescate llegaron unos economistas del Opus Dei con los que uno estaría o no de acuerdo pero que al menos sabían qué hacían, y el resto es historia.

Las relaciones entre economistas y políticos han sido siempre complicadas. Los políticos no siempre saben quién es el economista más competente, y los economistas no siempre dicen lo que el político quiere oír. La consecuencia es que a menudo se hace política económica sin economistas, y sin sentido común.

La historia se repite, ahora en Francia. La presentación del programa económico de Nicolas Sarkozy es una curiosa mezcla de demagogia de izquierdas y de derechas que habrá puesto los pelos de punta a más de un economista.

Su consejo de economía está compuesto por 39 personas de las que sólo cinco son economistas —contando a Jacques Attali, que ya es mucho contar—, y eso que, en Francia, economistas de calidad sobran. Por si fuera poco, Supersarko cuenta con el apoyo de Laurence Parisot, presidenta del Medef, que hace dos días en el FT reclamaba nada menos que la vuelta de la economía de la oferta —sí, supply-side economics, la pseudociencia que dijo en la época de Reagan que si se bajaban los impuestos y subía el gasto no habría déficit.

A veces es descorazonador ver cómo argumentos y políticas fallidas vuelven a escena una y otra vez. Se ve que tenemos poca memoria.

lunes, 27 de agosto de 2007

Drogas

Quienes de buena fe apoyan la ilegalización de las drogas creen que es la vía para restringir el comercio de unas substancias que, sin ninguna duda, tienen efectos devastadores en la salud de los consumidores. Que sean adictivas mitiga considerablemente cualquier consideración sobre la libertad del consumidor.

¿Pero es la ilegalización realmente efectiva?

Cuenta hoy El Pais que Afganistán bate su propio récord de cultivo de opio. Parece una anécdota pero no lo es: refleja un fenómeno que, además, no se limita a la heroína. En análisis económico del mercado de las drogas (1) nos puede ayudar a interpretar lo que vemos a la hora de juzgar la política de ilegalización.

Efectivamente, la teoría económica —que suele coincidir con el sentido común— nos dice que si la política de ilegalización tiene éxito, el precio de la droga aumentará por al menos dos motivos. La persecución de la producción, tráfico y venta de drogas dificulta su distribución: cuando escasea la mercancía, aumenta el precio. Pero además, quienes participan en ese mercado pueden acabar en la cárcel o perdiendo la mercancía, incautada por la policía; sólo una prima de riesgo considerable puede animarles a participar en el mercado, y es el consumidor final quien paga esa prima.

Sin embargo, el informe anual 2006 del Observatorio Europeo de la Droga y las Toxicomanías (OEDT) menciona la tendencia general a la baja del precio de la cocaína —la droga de moda por excelencia— y de otras drogas. El siguiente gráfico, tomado de un artículo de la BBC, muestra una caida significativa del precio en ese país. Para otros países la tendencia es similar.


Por supuesto, una explicación alternativa es que cada vez hay menos consumidores; quizás porque cada vez más gente es consciente de los riesgos asociados al consumo. Los datos, una vez más, indican todo lo contrario: cada vez más personas consumen regularmente cocaína en Europa.


Si el precio baja y el consumo aumenta sólo podemos concluir que la oferta no deja de expandirse haciendo que las drogas sean cada vez más accesibles. Los prohibicionistas tienen de qué pensar a la vista de esta evidencia, a no ser que además de prohibicionistas sean negacionistas. Habrá que pensar en alternativas a la política actual.

(1) Jeffrey A. Miron, “Drogas y economía”, Cambio16-España Economica, no. 1063, pp. 62-42, 6 de Abril de 1992. Más referencias en la Drug Policy Alliance.

domingo, 26 de agosto de 2007

Inflación: Ni mucha ni demasiado poca

Cualquiera que haya sido un profesor primerizo sabe que entre entender algo y ser capaz de explicarlo hay un buen trecho.

Hay quienes tienen el don de saber explicar en cuatro palabras cosas relativamente complejas, y Tim Harford, a quien ya hemos mencionado, es uno de esos pocos elegidos.

Como botón de muestra, su magistral explicación, en el Financial Times Magazine de este fin de semana, de por qué un poco de inflación es necesaria y mucha es demasiada.


Es posible de un economista no aprenda muchas cosas nuevas leyendo a Harford pero un profesor puede aprender mucho sobre cómo explicarlas, y un estudiante puede aprender con él mucho más que con la mayoría de libros de texto.

jueves, 16 de agosto de 2007

Desigualdad y movilidad social

Cuando se trata de repartir una tarta importan dos cosas: cuánto le tocará a cada cuál (desigualdad) y qué posibilidades tenemos a priori (mobilidad social).

El último informe mensual de La Caixa destaca algunos hechos básicos de la desigualdad en España comparados con otros países de la Unión Europea y con los Estados Unidos.

De todos es sabido que en Europa la renta está mejor repartida que en Estados Unidos pero, claro está, dentro de Europa las diferencias son notables. No será una sorpresa para muchos que España esté muy cerca del nivel de desigualdad norteamericano: en nuestro país 2 de cada 10 personas viven con menos que el 60 por ciento de la renta mediana.

La Caixa, Informe Mensual, no.304, Julio 2007
Al comparnos a Europa deberíamos tener en mente este tipo de evidencia, y no sólo el crecimiento o la tasa de inflación; desde el punto de vista de la política económica el dato no es neutral. Nuestras opiniones sobre, por ejemplo, el nivel de impuestos o el estado del bienestar dependerán de la percepción que tengamos de cómo se reparte la tarta.

Al margen de las conclusiones a las que uno llegue —que dependerán también de la ideología de cada cuál—, no podemos escapar al hecho de que España tiene uno de los estados de bienestar más reducidos de Europa, como nos lo recuerda este artículo de Vicenç Navarro.

¿Qué tiene que ver esto con la desigualdad? El siguiente gráfico, de Eurostat, compara el índice de pobreza antes y después de recibir las transferencias sociales.


Desgraciadamente, los estudios que maneja La Caixa no parecen incluir datos sobre mobilidad social para España, aunque el siguiente gráfico no deja muy bien parado al sueño americano.


Para nuestro país, los estudiantes de la Universidad de Vigo pueden probar a preguntarle a Coral del Río, una de las personas que más han trabajado sobre desigualdad en nuestro país.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Equilibrios y prejuicios

Cuando los primeros estudiantes llegan a una clase —intimidados por el profesor, para poder hablar mejor durante la clase o por el motivo que sea— tienen cierta tendencia a sentarse en las últimas filas.

Los que van entrando, quizás por los mismos motivos, o buscando la compañía de los amigos que ya están sentados, tienden a comportarse de la misma manera. Siempre hay alguno raro que se dirige directamente a las primeras filas, pero casi nunca a la primera. Si la clase no se llena, la situación final resultará muy familiar a los profesores que estén leyendo esto: nos encontramos con casi todos los estudiantes concentrados en las últimas filas, con el consiguiente desgaste de las cuerdas vocales —porque después, claro, se quejan de que no oyen (1).


Esta situación tiene dos características fundamentales.

En primer lugar, los estudiantes no están coordinados de ninguna manera: es un sistema descentralizado. En segundo lugar, cada estudiante actúa libremente de acuerdo a sus preferencias sobre los sitios aún libres en la clase.

Éstas mismas son las características de otra situación muy común. Al llegar a un semáforo en rojo en una avenida con más de un carril, los conductores, en su afán por avanzar el máximo posible, eligen el carril con menos coches. El resultado final es que los coches están bastante bien repartidos entre los dos carriles. Esto tiene sus ventajas, entre otras cosas porque hace menos probable que la fila atasque el cruce anterior. Si una mayoría de vehículos se concentrase en uno de los carriles, la fila en este carril será más larga y es muy posible que acabe atascando el cruce anterior donde los coches que vienen de la perpendicular tienen el semáforo en verde.


Igual que antes, en la avenida no hay ningún coordinador, y cada conductor actúa de acuerdo a sus propios intereses.

La diferencia reside en que el equilibrio de la clase es un mal equilibrio —al menos para el profesor— mientras que el equilibrio de la avenida es un buen equilibrio —en la medida en que los atascos serán menos frecuentes.

Las dos situaciones que acabamos de describir son ejemplos de equilibrios descentralizados —porque no hay coordinador— de un sistema social —esto es, donde los actores son personas. Como hemos visto, estos equilibrios pueden ser tanto buenos como malos, lo que en cualquier caso dependerá del criterio que utilicemos para evaluarlos.

Estos ejemplos deberían ponernos en guardia frente a posturas extremas sobre la bondad o malignidad del libre mercado, que no es más que otro ejemplo de sistema social no coordinado y donde cada cuál actúa de acuerdo a sus propios intereses. El equilibrio del mercado será bueno o malo dependiendo de las características de ese mercado y del criterio que utilicemos para concluir si el equilibrio es bueno o malo.

Todo lo demás son prejuicios.

(1) El ejemplo de la clase está tomado del fascinante libro de Thomas C. Schelling, Micromotives and Macrobehavior, Norton, 1978. Traducido como: Micromotivos y macroconducta, Fondo de Cultura Económica, 1989.

lunes, 23 de julio de 2007

Matemáticas en economía

Un empresario quiere aumentar un 10 por ciento los precios y le pregunta a un economista qué podría pasar. Si la respuesta es que las ventas caerán, el empresario se preguntará, con razón, para qué se ha pasado este tipo diez años en la universidad. Lo que nuestro astuto empresario quiere saber es si la caida en las ventas será mayor o menor que el 10 por ciento, porque eso es lo que determinará si la facturación disminuirá o aumentará respectivamente.


En economía, para ir más allá de las obviedades hay que cuantificar, y ya decía Leibniz que las matemáticas son el arte de echar cuentas.

Al fin y al cabo, el número e no es más que un cálculo de interés compuesto; los números negativos aparecen porque a Brahmagupta se le ocurre pensar que una deuda no es más que el reflejo especular de una fortuna, y con las deudas aparece el número cero: porque una fortuna de cuatro más una deuda de cuatro tiene que ser un número que no representa ni una deuda ni una fortuna: resulta que la primera extensión verdaderamente revolucionaria de la aritmética a una nueva clase de números se halla asociada a un razonamiento económico; cuando Al-Khwarizmi idea una algoritmo para resolver ecuaciones de segundo orden, está pensando en maneras de calcular impuestos a la propiedad.

En realidad, cuando uno lo piensa, lo extraño no es que la economía se haya matematizado sino que durante un cierto periodo evolucionase sin demasiadas matemáticas; sobre todo teniendo en cuenta que las matemáticas mismas han obtenido buena parte de su motivación de la economía.

Y, sin embargo, lo del exceso de matemáticas en economía es una queja recurrente.

Incluso economistas tan respetables como Paul Krugman (1) opinan que la economía produce muchas investigaciones abstrusas con poca sustancia económica detrás. Yo, sin embargo, me quedo con Jean-Michel Grandmont que dijo en alguna ocasión que si usábamos modelos para entender el mundo, más nos valía que entendiéramos bien esos modelos; lo que nos lleva, inevitablemente, a alguna de esas investigaciones abstrusas que tanto espantan a algunos.

En lo que a mí concierne, me encantan las investigaciones abstrusas —mi propia tesis doctoral no puede ser más abstrusa: algo sobre "programación dinámica con retornos no acotados"— y eso no quita que mi interés último haya sido siempre la economía. Por lo demás ya decía Schumpeter que “la economía no puede ser la única, entre todas las ramas del conocimiento humano, que se limite exclusivamente a aquello que el profano puede entender con facilidad”.

Pero en este blog intentaremos pasar por alto las matemáticas y discutir sólo las ideas. Creo que hay muchas cosas fascinantes que se pueden descubrir, y mucha diversión, antes de llegar a los detalles técnicos; y el que no se lo crea, que se lea el libro del economista camuflado de Tim Harford (2).

(1) Paul Krugman, Peddling Prosperity, Norton, 1995. Traducido como: Vendiendo prosperidad, Ariel, 1994.

(2) Tim Harford, The Undercover Economist, Little, Brown, 2006. Traducido como: El economista camuflado: La economía de las pequeñas cosas, Ediciones Temas de Hoy, 2007.

martes, 3 de julio de 2007

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lunes, 2 de julio de 2007

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Esta es la colección de enlaces de nuestro blog. Casi todos refieren a sitios donde se puede leer sobre economía sin tecnicismos, aunque la mayoría en inglés.

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domingo, 1 de julio de 2007

Hablando de economía

Este cuaderno de bitácora es una excusa para practicar la escritura, para pensar en economía sin detalles técnicos que a veces oscurecen lo esencial del argumento y para discutir con mis estudiantes —si ellos quieren— cuestiones relacionadas con la economía en un sentido muy general; desde cosas relacionadas con el curso hasta la última noticia del periódico.

Hablar de economía en un blog es un experimento interesante porque impone una doble disciplina: por una parte, no se pueden usar muchas matemáticas; por otra parte, escribir para la web siempre supone un ejercicio de concisión: nadie lee párrafos interminables en la pantalla. No es que crea que se puede hacer economía sin matemáticas. Sin embargo, que las matemáticas —e incluyo en ellas a la estadística— sean imprescindibles para hacer economía no significa que lo sean para debatir sobre economía.

Fábrica de tractores en Stalingrado
A mis estudiantes, y a cualquiera que se le ocurra leer este blog, les invito a enviarme todos los comentarios que se les ocurran; desde preguntas sobre política económica hasta cuestiones relacionadas con el curso pasando por sugerencias para el glosario.

Para los que se pregunten qué tiene que ver el martini con la economía, una pista aquí.