lunes, 29 de octubre de 2007

Reformas fiscales toscas

En el Reino Unido Gordon Brown ha propuesto unificar los tipos de gravamen a diversas ganancias de capital que hasta ahora recibían un trato fiscal diferente. ¿El motivo? En algunas circunstancias se beneficiaban del tipo reducido, apenas el 10 por ciento, rentas del capital que el público percibía que debían ser gravadas con el habitual 40 por ciento.

Con su agudeza habitual, Ms Moneypenny explica muy claro qué prejuicios han motivado la reforma —los fondos de inversión no gozan de mucha popularidad últimamente— y por qué ésta, en la práctica, supondrá reducir a la mitad los impuestos a las rentas de los especuladores y doblar los impuestos a los emprendedores que un día crean un negocio y otro día deciden venderlo. Mala política.

jueves, 25 de octubre de 2007

Competencia e importaciones chinas

Cuando quiero comprar tomates los consigo a un precio razonable porque a pocos metros hay otro puesto donde venden los mismos tomates y a un menor precio si hace falta. Si mi verdulero intenta tomarme el pelo, me voy a la competencia. Para un economista competir tiene poco que ver con sudar o con esfuerzos titánicos sino con vendedores que intentan ganarme como cliente.

A los economistas nos gusta la competencia porque en última instancia son los consumidores los que se benefician de unos precios razonables.

Es con ese argumento que la Unión Europea defendió en 1995 la apertura de nuestro mercado a las importaciones textiles chinas —a pesar del daño que causaría a la industria local. Unas importaciones baratas tendrían que haberse traducido ropa más barata. Pero no parece que esto sea lo que está ocurriendo, informa El País. En el Reino Unido, con una economía mucho más abierta, las importaciones parecen explicar una caida considerable en los precios minoristas de ropa. En otros paises europeos, sin embargo, hay algo no está funcionando.


Tenemos algunas pistas sobre quién se está quedando con ese margen pero la pregunta del millón es: ¿cómo lo están consiguiendo? Las autoridades de defensa de la competencia deberían tener algo más que urgencia por responder a esta pregunta.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Falta de madurez

El poco valor que tiene una licenciatura en España tiene mucho que ver con lo que los estudiantes no aprenden en nuestras universidades. Hemos convertido nuestras licenciaturas en una simple carrera de obstáculos (exámenes) en la que cuenta más no derribar la valla que aprender algo del mundo que en el que vivimos. Peor aún: si se aprende algo, aunque sólo sea un poco, no se aprende a aplicarlo.

Así, no sorprenderá a nadie que los empleadores se quejen de la “carencia de habilidades sociales, escasa adaptabilidad, falta de madurez y el eterno talón de Aquiles de los idiomas”.

Sin ninguna duda, la universidad es en gran medida responsable de este fracaso. Si hiciéramos una lista de los motivos, no acabaríamos en dos días pero podemos resaltar la escasa innovación pedagógica y el nulo control de calidad de la docencia.

¿Ideas para una reforma? Podríamos empezar por dejar de ser el país de Europa que menos gasta en educación superior por estudiante. El siguiente gráfico, tomado del Bruegel Policy Brief 2007/4, habla por sí solo.


Las universidades españolas no funcionan como debieran. Ahora bien, desde la perspectiva del estudiante la actitud a adoptar no es la del fatalismo: Examina bien de qué se quejan los que te contratarán algún día y reacciona.

P.D.: Notaremos que a pesar del escaso gasto por estudiante, 5.200 euros al año, no es poco en términos absolutos: 864.000 de las antiguas pesetas. Esto debería dar que pensar a los que contribuyen a que licenciaturas de 4 años se acaben en una media de 7,5 años.

lunes, 22 de octubre de 2007

Martini

No soy muy amigo de las citas pero a veces se encuentra uno con las palabras justas para describir, tal cual, lo que uno piensa y no puede expresar por limitaciones técnicas. Lo que Enric González piensa del martini me parece tan apropiado que no he resistido la tentación de adoptarlo como lema oficial de este cuaderno de bitácora.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Chimpancés racionales

Un divertido artículo reciente (1) llega a la conclusión de que los chimpancés, al contrario que los humanos, son económicamente racionales.

Varias críticas comunes a la economía moderna se ceban en la hipótesis de racionalidad. Ésta, sin embargo, apenas establece que, ante dos alternativas, un agente económico elegirá la que prefiera de ambas. Parece muy razonable pero, entonces, ¿de dónde salen esas críticas furibundas? Creo que de malentendidos, y hay dos que son muy comunes.

El primer error consiste en confundir racionalidad con egoísmo, pero no hay nada en la descripción de más arriba que indique que el agente sea egoísta. Las revistas de economía están llenas de artículos que estudian cómo padres altruistas pagan los estudios a sus hijos; en la medida en que los padres aman a sus hijos, es perfectamente racional que gasten dinero en su educación.

El segundo error, menos trivial, es el que extiende al comportamiento económico paradojas del comportamiento humano que poco tienen que ver con nuestra dimensión de homo œconomicus.

En el juego del ultimátum dos individuos tienen que repartirse 100 euros. El individuo A propone un reparto al individuo B y éste, a su vez, decide si lo acepta o no. Si lo acepta, se ejecuta el reparto propuesto; si lo rechaza, ambos reciben cero. En experimentos se ha probado que B tiende a rechazar repartos que percibe como desiguales: cuando A le propone menos de 20 euros, B suele rechazar el reparto —perdiéndolo todo— antes que aceptar un reparto que considera injusto.

Esto se interpreta como una irracionalidad porque B prefiere cero a 20 euros. Los chimpancés, por el contrario, enfrentados a un juego parecido con comida, parecen ser racionales porque aceptan repartos muy desiguales: si el mono A se queda con 99 caramelos y ofrece sólo uno a B, éste aceptará porque algo es algo.

El artículo es interesante en la medida en que destaca una característica humana que no parece encontrarse en los simios que más se parecen a nosotros. En realidad, que los monos sean racionales es bastante razonable; la trampa está en concluir que los humanos no lo somos cuando tomamos decisiones económicas. El error reside en la interpretación de unos experimentos que se realizan con cantidades insignificantes, mientras que nuestras teorías están concebidas para analizar decisiones de un cierto calibre: como si nos gastamos 2.500 ó 250.000 euros en la matrícula del colegio de la niña.

El lector puede imaginar este escenario: tenemos 100 millones de euros y yo le propongo un reparto extremadamente desigual: me quedo con 99 millones y ofrezco al lector un millón.

¿Lo rechazaría?

Mi impresión es que, cuando se trata de la pela, tenemos cierta tendencia a comportarnos como orangutanes; no me parece tan raro, y menos aún moralmente escandaloso.

(1) Keith Jensen, Josep Call and Michael Tomasello (2007) “Chimpanzees Are Rational Maximizers in an Ultimatum Game,” Science, 318(5847), 107-109 [en línea].

martes, 16 de octubre de 2007

Repartiendo tartas

“El que parte y reparte, se lleva la mejor parte”, eso dice el dicho popular, y tiene bastante sentido: si tienes una tarta y dos comensales y a uno de ellos lo encargas de repartirla, se la comerá toda.


¿Cómo se podría mejorar el reparto sin que tenga que intervenir un árbitro o sin tener que recurrir a costosos sistemas de medición de trozos de tarta?

Se pueden cambiar las reglas del juego.

Si queremos un reparto equitativo, podemos establecer que uno de los comensales parta la tarta y el otro elija. El que parte la tarta se cuidará mucho de que uno de los trozos no sea mucho más grande que el otro porque sabe que el otro comensal se quedará con el trozo más grande.

El ejemplo de la tarta puede parecer ingenuo pero las aplicaciones serias de este tipo de juegos abundan. A las reglas del juego, en la jerga económica, se les llama mecanismo, y a la tarea de imaginar mecanismos en distintos escenarios y para alcanzar distintos objetivos se le llama diseño de mecanismos. A eso han dedicado su carrera académica Hurwicz, Maskin y Myerson, los tres economistas a los que se acaba de conceder el premio Nobel, según informa El País y comentan dos profesores de ESADE.

Más sobre drogas y economía

En este blog hemos dedicado una entrada a aplicar principios de teoría económica de andar por casa al análisis del mercado de las drogas. Ahora un informe de la policía británica llega, básicamente, a la misma conclusión: que la ilegalización de las drogas es un fracaso.

lunes, 15 de octubre de 2007

¿Para qué sirve la economía?

La pregunta de para qué sirve la economía siempre me recuerda a Kalikatres:

—Maestro, maestro, ¿cuál es la diferencia entre ignorancia e indiferencia?—a lo que responde el sapientísimo maestro:

—Ni lo sé ni me importa.

A veces intento imaginar a un entomólogo sufriendo interminables noches de insomnio tratando de averiguar cuál es la utilidad de estudiar insectos. Suena tonto, y sin embargo hay muchos economistas que lo hacen todo el tiempo; es una especie de masoquismo específico a la profesión que me fascina.

El conocimiento se justifica a sí mismo y, en lo que a mi concierne, hago economía porque me divierte, no porque alguien haya decidido, de acuerdo a no se sabe qué criterio, que lo que hago es útil para alguien de una manera directa.

Una vez dicho esto, aclararé que la contribución de la economía a nuestra sociedad, como la de cualquier otra rama del saber, es tan evidente que no veo por qué habríamos de perder mucho el tiempo explicándola.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Acoso moral

El acoso moral es una estrategia que tiene por objeto anular psicológicamente a la víctima. En el puesto de trabajo los métodos van desde hacer el vacío a un colega hasta las agresiones verbales pasando por “hacerle la cama” al jefe o despreciar sistemáticamente al subordinado. Este tipo de abusos pueden ir desde un acoso menor hasta la creación de una auténtica atmósfera de terror. Las consecuencias, a largo plazo, pueden ser devastadoras, tanto psicológica como fisiológicamente (1).

Hasta ahora se sabía poco del alcance del acoso moral en el lugar de trabajo en España. Un grupo de economistas se ha lanzado por primera vez a examinar cuál es el impacto del acoso moral en la salud aprovechando una encuesta reciente sobre condiciones de trabajo (2).

En base a los datos disponibles, las autoras del estudio sitúan entre el 3 y el 5 por ciento el porcentaje de trabajadores víctimas de acoso moral en el puesto de trabajo.

Además muestran que el acoso tiene un impacto significativo en la salud. El siguiente gráfico examina la incidencia de una serie de patologías comunes en el grupo de individuos identificados como víctimas de acoso moral (azul) comparado al grupo de individuos que no sufren estos abusos (granate). A modo de ejemplo, poco más del 12 por ciento de los trabajadores padece problemas relacionados con el sueño mientras que hasta un 30 por ciento de las víctimas de acoso declaran padecer problemas de este tipo. En total, mientras que el 60 por ciento de los que no padecen acoso declaran no verse afectado por ninguna de estas patologías, apenas el 28 por ciento de las víctimas realizan esta misma declaración.


El impacto del acoso en la salud también se refleja en el número de visitas al médico en el último año. Sólo 13 por ciento de los trabajadores que no se ven afectados han ido al médico más de tres veces el último año, porcentaje que en el caso de las víctimas llega al 35 por ciento.


Estos datos sugieren que el acoso moral provoca un sufrimiento psicológico tan profundo que acaba degenerando en un pobre estado general de salud, y no parece que sean pocas las víctimas de estos abusos.

(1) Marie-France Hirigoyen, Le harcèlement moral. La violence perverse au quotidien, France Loisirs, 1999. Traducido como: El acoso moral: el maltrato psicológico en la vida cotidiana, Paidós, 1999.

(2) M. Ángeles Carnero, Blanca Martínez y Rocío Sánchez-Mangas, "Mobbing and Health: An empirical analysis for Spain,” trabajo en progreso.

martes, 9 de octubre de 2007

Chistes de rubias tontas

¿Tienen alguna base los chistes de rubias tontas? Algunos piensan que sí.

domingo, 7 de octubre de 2007

¿Salarios machistas?

La estadística no es el punto fuerte de El País —y para el caso, de casi todos nuestros periódicos— lo que produce con frecuencia titulares absurdos que el sentido común de los lectores rechaza.

El diario informa hoy que los salarios son machistas porque las mujeres cobran en promedio 5.817 euros menos al año que los hombres. El dato es tan rotundo que despierta el escepticismo de los lectores y es que, efectivamente, esa diferencia no se puede achacar a la discriminación, o al menos no es lo que se deduce de ese dato tomado a pelo.

El titular sería cierto si ellas tuviesen las mismas características que ellos —en cuyo caso podríamos asumir que realizan trabajos similares. Pero no es el caso. El nivel medio de estudios o de experiencia de hombres y mujeres es distinto de modo que uno no puede esperar que los salarios sean iguales. Cualquier estudiante de estadística sabe que para comparar salarios de hombres y mujeres hay que “controlar” por nivel de estudios, edad, años de experiencia, sector de actividad, y otras muchas características del trabajador que influyen en el salario, y que no se encuentran con la misma frecuencia en trabajadoras y trabajadores.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Renta Universal

La Renta Universal ha llegado por primera vez al parlamento. Pese a las reacciones —un poco exageradas; algún diputado ha llegado a hablar de “propuesta diabólica”—, no es una idea tan tonta (algunas respuestas aquí).

El objetivo de la Renta Universal es erradicar la pobreza pagando un subsidio incondicional a todos los ciudadanos mayores de edad por el mero hecho de serlo; un subsidio calculado para que cubra las necesidades más básicas del ciudadano como vivienda y comida. Una de las defensas más elocuentes de la Renta Universal es la de Philippe Van Parijs en un librito (1) del Boston Review que aparece resumido aquí.

Yo soy un poco escéptico; tengo la impresión de que sus defensores se dejan llevar por la pasión más que por el análisis y tienden a subestimar los efectos negativos de esta política.

La oferta de trabajo—Sabemos, por ejemplo, que una vez tomada la decisión de trabajar, el número de horas que trabajamos no depende mucho del salario mientras que sí depende de las rentas no laborales que recibamos. Pensar que una Renta Básica no va a afectar sensiblemente a la oferta de trabajo parece más bien wishful thinking. Reducirá el número de horas que la gente trabaja y llevará a muchos a no trabajar en absoluto. ¿A cuántos? Esa es la pregunta del millón y donde está el peligro de esta propuesta.

Inmigración—Un tema que se soslaya con frecuencia es la cuestión de la inmigración. Nunca he creido en el “efecto llamada” de las regularizaciones pero conceder una Renta Básica sólo en base a la ciudadanía formará colas de decenas de miles en nuestros consulados. Se podría limitar el acceso en base al número de años de residencia o cualquier otro criterio similar pero sólo conseguiríamos crear una sociedad dual donde unos están superprotegidos y otros se buscan la vida como siempre.

¿Cuál es el objetivo?—Finalmente, los defensores de la Renta Básica, al menos implícitamente, confunden felicidad con dignidad. El estado no puede hacer felices a los ciudadanos. Los psicólogos nos explican cómo las personas absorben y acaban por asumir como normales regalos como el que representa la Renta Básica. Si el objetivo es asegurar una existencia digna a los ciudadanos, que es otra cosa y muy distinta, se puede perseguir por medios más tradicionales como los seguros de salud públicos, un sistema de pensiones decente, etc.

Así y todo, la idea es provocativa y vale la pena reflexionar sobre ella. Los que tengan curiosidad, pueden echar un vistazo a la página www.redrentabasica.org o al libro de Van Parijs.

(1) Philippe Van Parijs, What's Wrong with a Free Lunch?, Beacon Press, 2005.