viernes, 31 de agosto de 2007

Supersarko

Cuentan que Girón, el ministro más populista de Franco, decretó en 1956 una subida salarial del 20 por ciento en abril y del 80 por ciento en septiembre, “sin que esto repercuta necesariamente en los precios”. La subida de septiembre nunca llegó a ocurrir porque la de abril, como era de esperar, disparó la inflación y el ministro fue cesado fulminantemente. Al rescate llegaron unos economistas del Opus Dei con los que uno estaría o no de acuerdo pero que al menos sabían qué hacían, y el resto es historia.

Las relaciones entre economistas y políticos han sido siempre complicadas. Los políticos no siempre saben quién es el economista más competente, y los economistas no siempre dicen lo que el político quiere oír. La consecuencia es que a menudo se hace política económica sin economistas, y sin sentido común.

La historia se repite, ahora en Francia. La presentación del programa económico de Nicolas Sarkozy es una curiosa mezcla de demagogia de izquierdas y de derechas que habrá puesto los pelos de punta a más de un economista.

Su consejo de economía está compuesto por 39 personas de las que sólo cinco son economistas —contando a Jacques Attali, que ya es mucho contar—, y eso que, en Francia, economistas de calidad sobran. Por si fuera poco, Supersarko cuenta con el apoyo de Laurence Parisot, presidenta del Medef, que hace dos días en el FT reclamaba nada menos que la vuelta de la economía de la oferta —sí, supply-side economics, la pseudociencia que dijo en la época de Reagan que si se bajaban los impuestos y subía el gasto no habría déficit.

A veces es descorazonador ver cómo argumentos y políticas fallidas vuelven a escena una y otra vez. Se ve que tenemos poca memoria.

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