viernes, 4 de julio de 2008

Felicidad

¿Somos o no somos más felices que hace una generación?

Estas cosas son difíciles de medir pero hasta ahora se aceptaba que la satisfacción era constante. Ahora un estudio parece indicar que sí aumenta la felicidad a largo plazo.

domingo, 29 de junio de 2008

¿Condonación de la deuda?

Pide hoy un lector de El País que se condone la deuda hipotecaria a los españoles igual que se pide la condonación de la deuda exterior de los paises pobres.

Tiene cierta gracia. Estoy por salir corriendo a comprarme un Audi A8 a crédito. No puedo pagármelo —qué más quisiera yo— pero la semana que viene puedo pedir la condonación de la deuda.

La carta me produce una sensación de déjà vu.

lunes, 26 de mayo de 2008

Subvenciones

Cualquier estudiante primerizo de economía sabe que si se subvenciona la compra o la producción de una mercancía, quién se la lleva depende no tanto de quién la cobre legalmente sino de quién tiene menos margen de maniobra. Por ejemplo, una subvención a la compra de electricidad siempre aumentará el precio porque anima a consumir, y puede que aumente tanto que al final quien recibe la subvención, en la práctica, es la compañía eléctrica, no el usuario que la cobra.

Será por eso que las ayudas al alquiler están consiguiendo exactamente eso: subir los alquileres a los jóvenes.

Esto ya lo decían mis estudiantes de Micro II cuando se anunció la medida, y resulta cuando menos sorprendente que haya ahora quien se sorprenda de que el alquiler haya subido: no podía ser de otro modo; la medida era absurda y se veía venir que era un regalo para los propietarios, no una ayuda para los jóvenes, y en cualquier caso una faena para los no tan jóvenes.

domingo, 27 de abril de 2008

Votantes (ir)racionales

Este blog tiene como lema una cita de Enric González. No es por casualidad: es uno de los mejores columnistas con que cuenta El País.

El diario publica hoy una columna suya donde propone una lectura (1) que no pienso perderme. De paso demuestra comprender algo fundamental en relación a la política en general y a la política económica en particular:
“Llegué a la economía por accidente. [...] ¿Qué aprendí? Fundamentalmente, dos cosas. Una, que el libre comercio es mejor que el proteccionismo. Dos, que la política económica es demasiado importante para dejarla en manos de burócratas. Estoy desaprendiendo, me temo, la segunda. No estoy nada convencido de que la gestión de la economía pueda dejarse en manos de los electores y de los políticos. Por desgracia, sigo sin fiarme de los burócratas.”
Tiene gracia porque estos días ando metido de lleno en esto de enseñar teoría del comercio internacional, y creo que el tema más fascinante es el de la política comercial: ¿Por qué nuestros gobiernos tienen tendencia a hacer todo lo contrario de lo que dicta el sentido común (y sus asesores económicos cuando los tienen)?


La cosa tiene miga, y una conexión evidente con el asunto de la independencia del banco central que ya hemos mencionado antes.

(1) Bryan Caplan, The myth of the irrational voter. Why democracies choose bad policies, Princeton University Press, 2007.

Mileuristas

Parece que los mileuristas italianos lo llevan aún peor que los españoles. A propósito de esto, leer lo que dice Tito Boeri.

sábado, 8 de marzo de 2008

Del intercambio al colapso

En este mundo una persona tiene una moneda de un euro y otra un café. La que tiene la moneda quiere café y la que tiene el café quiere la moneda, quizás para comprar un café mañana.

¿Cuál es el precio del café? Un euro.

No puede ser de otro modo: si un café saliese a 50 céntimos, la primera persona querría dos cafés, pero sólo hay uno; si un café costase 2 euros, la primera persona se quedaría sin café y la segunda sin la moneda, no parece un arreglo razonable. El precio de equilibrio, el que iguala oferta a demanda, es de 1 euro, y ese precio depende tanto de la cantidad de monedas de euros como de la cantidad de cafés. Si la primera persona tuviese una moneda de 2 euros, el precio del café sería de dos euros. Así de sencillo.

Los bancos centrales no pueden sacarse cafés de la manga pero puede acuñar monedas e imprimir billetes. Si queremos una pequeña hiperinflación en nuestra economía imaginaria no tenemos más que darle un billete de 200 euros a la primera persona, y el precio del café será de 200 euros.

Las economías reales son un poco más complicadas, sobre todo porque los precios cambian con el tiempo, y la gente acepta la moneda a cambio del café siempre y cuando crean que podrán comprar algo con esa moneda al día siguiente. Si creen que al día siguiente el gobierno se va a poner a imprimir billetes, concluirán, en toda lógica, que esa moneda no valdrá lo mismo mañana que hoy, ¡y puede que anticipen los errores del gobierno pidiendo ya hoy más monedas a cambio del café!

¿Pero por qué un gobierno habría de hacer semejante tontería?

Por ejemplo, para tapar un agujero en sus finanzas. ¿No hay dinero? No pasa nada: imprimimos unos cuantos billetes. Eso es lo que se le ocurrió al gobierno en Harare cuando en 2006 se supo que su déficit público, la diferencia entre gastos e ingresos del estado, alcanzaba la astronómica cota del 43 por ciento del producto interior bruto. El problema es que injectar monedas no altera el número de cafés, sólo los precios; si de aquella la inflación ya andaba por el 1000 por ciento anual, tardó poco en dispararse al 66.000 por ciento y hoy, unos pocos meses después, rozamos el 150.000 por ciento de inflación y por lo tanto el colapso, y en un sentido muy literal.


Esto es lo que pasa cuando le das a una persona tanto poder durante tanto tiempo en un país donde el banco central no es independiente. Poco importa a estas alturas que Mugabe haya sido algún día un héroe nacional.

Será por eso que cada vez que Sarkozy se queja de la fortaleza del euro y pide voz y voto en la política monetaria europea, a los economistas se nos ponen los pelos de punta. Dejemos al banco hacer su trabajo, y si el dólar se devalúa, pues mala suerte para los exportadores (y enhorabuena a los importadores).

miércoles, 30 de enero de 2008

Lectura de calidad

Vox EU es el resultado de un proyecto fascinante liderado por el CEPR para acercar al gran público la discusión de temas económicos de relevancia y con rigor.

El sitio web hermano en español, la Sociedad Abierta, lo mantiene el FEDEA. Otras web asociadas son La Voce en italiano y Telos en francés.

martes, 29 de enero de 2008

Regulación y crisis financieras

Los viejos profesores, como los rockeros, nunca mueren, y para muestra Paul Samuelson que vuelve con un lúcido análisis de las últimas turbulencias financieras.

Un mito persistente es el del “libre mercado”, como si tal cosa, caida del cielo, virginal, existiese. Los mercados son instituciones que surjen de la regulación —por ejemplo, está prohibida la compra-venta de niños— así que por definición no son libres. De hecho se puede decir sin temor a exagerar que el único motivo por el que los mercados funcionan es porque están regulados —de otro modo pocos se animarían a depositar su dinero en un banco.

Pero entonces, ¿por qué olvidamos con tanta frecuencia la importancia de la regulación?, ¿por qué se permitió que las opciones sobre acciones no pareciesen en la contabilidad de las sociedades anónimas?, ¿por qué no se reguló adecuadamente la contabilidad de los activos derivados de hipotecas de alto riesgo?

Stiglitz tiene algunas de las respuestas en un libro apasionante (1) sobre cómo se hace política económica, memorias de su paso por el Council of Economic Advisors del Bill Clinton.

(1) Joseph E. Stiglitz, The Roaring Nineties, W.W. Norton, 2003. Traducido como: Los felices noventa, Ariel, 2004.

lunes, 21 de enero de 2008

Economía, prensa y debate público

Si la política es la manera de conducir un asunto para alcanzar un fin determinado, para hacer política deberemos conocer antes cómo funciona el asunto en cuestión. Pues el análisis está para eso: para comprender. Este principio general, por otra parte de sentido común, aplica naturalmente a la economía.


Política (l. politicus;<- gr. politikós) 1 f. Ciencia y arte de gobernar, que trata de la organización y administración de un estado en sus asuntos interiores y exteriores. 2 p. ext. Manera de conducir un asunto para alcanzar un fin determinado.

Análisis (gr. análysis, de analyo, desatar) 1 m. Distinción y separación de las partes de un todo hasta llegar a conocer los principios o elementos de éste.

La política económica es la manera de conducir la economía —por ejemplo, reducir el tipo de interés en tiempo de recesión— para alcanzar un fin determinado —en este caso estimular la inversión y en última instancia el crecimiento reduciendo el desempleo. El proceso de decidir qué política económica ejecutar comprende no solo el conocimiento del funcionamiento de la economía sino también un conjunto de principios éticos que guían la elección de los fines. El análisis económico pretender conocer la maquinaria económica y se alía con los principios éticos para dar lugar a la economía política: el debate riguroso en el que los fines, claramente expuestos, se evalúan simultáneamente a los medios, cuyos efectos se conocen debidamente.

La cosa parece evidente, y no es que lo hayamos descubierto recientemente. Krugman (1) cita al mismísimo Keynes: “Nos hemos metido en un lío colosal, después de habernos equivocado en el control de una delicada máquina cuyo funcionamiento no entendemos”, y añade Krugman: “Lo que verdaderamente escaseaba en su mundo, y en el nuestro, no eran recursos, ni siquiera virtudes, sino comprensión”.

El debate económico en prensa en España es de un nivel bastante bajo. Entiendo que uno de los motivos hay que buscarlo en los colaboradores habituales de los principales periódicos españoles, que carecen de una formación muy sólida cuando no son, directamente, amateurs.

La economía tiene un fuerte impacto en la política, y por ende en nuestras vidas. Pero la necesidad de un debate público, imprescindible en cualquier sociedad democrática, no debería constituir un argumento para rebajar el nivel del debate de política económica, como algún célebre periodista parece que pretende. Schumpeter apuntaba (2), a propósito de este asunto: “La economía no puede ser la única, entre todas las ramas del conocimiento humano, que se limite exclusivamente a aquello que el profano puede entender con facilidad”.

¿Significa esto que sólo los economistas pueden participar en el debate sobre la política económica?

Es evidente que no. Pero es que la cuestión no es esa sino a quién se debería dar acceso a ciertas tribunas. Desde luego yo no me siento con capacidad para pontificar regularmente en prensa sobre bioética, por mucho que tenga mis opiniones sobre el tema como cualquier otro ciudadano. Lo que habrá que preguntarse entonces es cuáles son los criterios que maneja la prensa a la hora de seleccionar a sus colaboradores cuando se trata de economía.

(1) Krugman, Paul R. (1999) The Return of Depression Economics. W.W. Norton & Company. Traducido al castellano: Paul R. Krugman (2000) El retorno de la economía de la depresión. Madrid: Crítica.

(2) Schumpeter, Joseph A. (1951) Ten Great Economists: From Marx to Keynes. Oxford: Oxford University Press. Traducido al castellano: Joseph A. Schumpeter (1997) Diez grandes economistas: de Marx a Keynes. Madrid: Alianza Editorial.