jueves, 13 de septiembre de 2007

Derechos de autor

Parece obvio que los derechos de autor deben protegerse, y sin embargo el sistema actual permite llegar a extremos aberrantes.

Actualización 10/01/2008 - Otro ejemplo del absurdo al que estamos llegando.

1 comentario:

Aleixandre González Pardiñas dijo...

Esta polémica de los derechos de autor ya viene desde muy atrás. Sobre todo desde la cada vez más habitual presencia de Internet en los hogares.
Aquí se expone el caso de una canción de Manu Chao y el de tres compañías de transporte escolar que son condenadas por poner música en sus vehículos.
En la noticia publicada en El Pais Javier Dotú ha manifestado que nunca les ha movido "el ánimo de lucro", sino que querían que fueran "resarcidos sus derechos". ¿Realmente no les ha movido el ánimo de lucro? ¿Lo que realmente querían era que fueran resarcidos sus derechos? ¿Pueden ser estos derechos más bien económicos? Manu Chao publica un disco con varias canciones, en éste hay una canción en la cual, al comienzo de ésta, se escucha la grabación del metro de Madrid. Tanto Javier Dortú como María Jesús Álvarez (sus voces aparecen en la grabación del metro)observan que Manu Chao se está beneficiando de ésto, se esta lucrando. Por lo que ésto, digan lo que digan Javier Dortú y María Jesús Álvarez, aunque sea de un modo inconsciente, les lleva a pensar que, puesto que ellos participan de un modo directo en la canción, una parte de ese beneficio les corresponde a ellos. Es el egoísmo racional, el autointerés propio de cada uno. El mismo que lleva a Manu Chao a hacer música y a sacar discos, esto no lo hace por la satisfacción de los consumidores, su principal objetivo no es el bienestar de los demás, si no que lo hace para lucrarse y ganar dinero como todo el mundo,
demostrando así su conducta racional.
Respecto a las tres compañías de transporte considero que la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) tiene mucho cuidado a la hora de escoger a quien demandar por los famosos derechos de autor, escapa de grandes y potentes multinacionales, las cuales pueden tener recursos de sobra con los que defenderse, y de las pequeñas y débiles empresas, simplemente por el hecho de mantener una imagen de no machacar a un rival muy débil, él cual ante una demanda de este calibre seguramente se vería obligado a cerrar.